Frases de Baltasar Gracián

Muchas veces nace la enfermedad del mismo remedio.

Son tontos todos los que lo parecen y la mitad de los que no lo parecen.

La fortuna se cansa de llevar siempre a un mismo hombre sobre las espaldas.

El que confía sus secretos a otro hombre se hace esclavo de él.

Señal de tener gastada la fama propia es cuidar de la infamia ajena.

El excusarse antes de ocasión es culparse.

La queja trae descrédito.

Visto un león, están vistos todos, pero visto un hombre, sólo está visto uno, y además mal conocido.

Errar es humano, pero más lo es culpar de ello a otros.

No hay peor sordo que el que no puede oír; pero hay otro peor, aquél que por una oreja le entra y por otra se le va.

Saber olvidar, más es dicha que arte.

Lo único que realmente nos pertenece es el tiempo: incluso aquel que no tiene otra cosa cuenta con eso.

Todo lo que realmente nos pertenece es el tiempo; incluso el que no tiene nada más, lo posee.

En la boca del viejo todo lo bueno fue, y todo lo malo es.

Obró mucho el que nada dejó para mañana.

La costumbre disminuye la admiración, y una mediana novedad suele vencer a la mayor eminencia envejecida.

Todos los necios son obstinados y todos los obstinados son necios.

No es necio el que hace la necedad, sino el que, hecha, no la sabe encubrir.

El primer paso de la ignorancia es presumir de saber.

La esperanza es un gran falsificador.

Hemos de proceder de tal manera que no nos sonrojemos ante nosotros mismos.

Quien no tiene enemigos, tampoco suele tener amigos.

La confianza es madre del descuido.

Es cordura provechosa ahorrarse disgustos. La prudencia evita muchos.

Saber y saberlo demostrar es valer dos veces.