La astrología es una ciencia que tienen por golosina los cobardes, sin otro fundamento que el crédito de los supersticiosos. Es un falso testimonio que los hombres mal ocupados levantan a las estrellas.
Frases que nunca se olvidan | Francisco de Quevedo
Frases que llegan al corazón | Francisco de Quevedo
Frases que llegan al corazón | Francisco de Quevedo
Frases Emotivas | Francisco de Quevedo
Frases Emotivas | Francisco de Quevedo
En los más ilustres y gloriosos capitanes y emperadores del mundo, el estudio y la guerra han conservado la vecindad, y la arte militar se ha confederado con la lección. No ha desdeñado en tales ánimos la espada a la pluma. Docto símbolo de esta verdad es la saeta: con la pluma vuela el hierro que ha de herir.
Frases Emotivas | Francisco de Quevedo
La guerra es de por vida en los hombres, porque es guerra la vida, y vivir y militar es una misma cosa.
Frases Emotivas | Francisco de Quevedo
Frases Filosóficas | Francisco de Quevedo
Frases Filosóficas | Francisco de Quevedo
Frases Filosóficas | Francisco de Quevedo
Frases Filosóficas | Francisco de Quevedo
Frases cortas de amor | Francisco de Quevedo
Frases cortas de amor | Francisco de Quevedo
Mejor se puede disculpar el que se muere de miedo, que el que de miedo se mata: porque allí obra sin culpa la naturaleza; y en éste, con delito y culpa, el discurso apocado y vil.
Frases cortas de amor | Francisco de Quevedo
Frases cortas de amor | Francisco de Quevedo
Frases cortas de amor | Francisco de Quevedo
Frases Buenas | Francisco de Quevedo
Muchos son los buenos, si se da crédito a los testigos; pocos, si se toma declaración a su conciencia.
Frases Buenas | Francisco de Quevedo
Frases Buenas | Francisco de Quevedo
Frases Buenas | Francisco de Quevedo
Frases Buenas | Francisco de Quevedo
Frases Buenas | Francisco de Quevedo
Frases Buenas | Francisco de Quevedo
Frase de Matemáticas | Francisco de Quevedo
Conviene vivir considerando que se ha de morir; la muerte siempre es buena; parece mala a veces porque es malo a veces el que muere.
Frase de Muerte | Francisco de Quevedo