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Frases de François de La Rochefoucauld

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Amamos siempre a los que nos admiran, pero no siempre a los que admiramos.

Frases cortas de amor | François de La Rochefoucauld

Con frecuencia nos avergonzaríamos de nuestras más hermosas acciones, si el mundo supiera todos los motivos que las producen.

Frases cortas de amor | François de La Rochefoucauld

Los celos se nutren de dudas y la verdad los deshace o los colma.

Frases cortas de amor | François de La Rochefoucauld

La confianza sirve en las conversaciones más que el ingenio.

Frases cortas de amor | François de La Rochefoucauld

La gratitud de muchos no es más que la secreta esperanza de recibir beneficios nuevos y mayores.

Frases cortas de amor | François de La Rochefoucauld

La verdadera elocuencia consiste en no decir más de lo que es preciso.

Frases Buenas | François de La Rochefoucauld

Como pretendes que otro guarde tu secreto si tú mismo, al confiárselo, no los has sabido guardar.

Frases Buenas | François de La Rochefoucauld

Nada impide tanto ser natural como el deseo de parecerlo.

Frases Buenas | François de La Rochefoucauld

Si tuviésemos suficiente voluntad casi siempre tendríamos medios suficientes.

Frases Buenas | François de La Rochefoucauld

La debilidad de carácter es el único defecto que no se puede enmendar.

Frases Buenas | François de La Rochefoucauld

Si una persona parece cuerda es sólo porque sus locuras son proporcionadas a su edad y estado.

Frases Buenas | François de La Rochefoucauld

Todos poseemos suficiente fortaleza para soportar la desdicha ajena.

Frases Buenas | François de La Rochefoucauld

La verdadera prueba de que se ha nacido con grandes cualidades estriba en haber nacido sin envidia.

Frases Buenas | François de La Rochefoucauld

No se debe juzgar a un hombre por sus cualidades, sino por el uso que hace de ellas.

Frases Buenas | François de La Rochefoucauld

El deseo de parecer listo impide el llegar a serlo.

Frases Buenas | François de La Rochefoucauld

La inteligencia no podría representar mucho tiempo el papel del corazón.

Frases Buenas | François de La Rochefoucauld

Para mí, la belleza es la maravilla de las maravillas. Sólo los superficiales no juzgan por las apariencias. El verdadero misterio del mundo es lo visible, no lo invisible.

Frases Buenas | François de La Rochefoucauld

El verdadero valor consiste en hacer uno sin testigos lo que sería capaz de hacer ante todo el mundo.

Frases Buenas | François de La Rochefoucauld

Si en los hombres no aparece el lado ridículo, es que no lo hemos buscado bien.

Frase de Naturaleza | François de La Rochefoucauld

Ni el sol, ni la muerte pueden mirarse fijamente.

Frase de Muerte | François de La Rochefoucauld

Rara vez nos encontramos con la gente ingrata, siempre y cuando se piensa que podemos servirles.

Textos largos | François de La Rochefoucauld

Es con verdadero amor, ya que es con los fantasmas, todos hablan de él, pero pocos lo han visto.

Frases ciertas | François de La Rochefoucauld

Nunca se tiene la libertad de amar o de dejar de amar.

Frase de Amor | François de La Rochefoucauld

No hay disfraz que pueda largo tiempo ocultar el amor donde lo hay, ni fingirlo donde no lo hay.

Frase de Amor | François de La Rochefoucauld

Lo que hace que los amantes no se aburran nunca de estar juntos es que se pasan el tiempo hablando siempre de sí mismos.

Frase de Amor | François de La Rochefoucauld

François de La Rochefoucauld

François de La Rochefoucauld
Escritor que nació en Francia.

Nació el 15 de septiembre de 1613.
Murió el 17 de marzo de 1680. (66 años)

François de La Rochefoucauld, nacido como Francisco VI, duque de La Rochefoucauld. Fue, además de escritor, un aristócrata y militar. Conocido por sus Máximas. Como la mayor parte de sus contemporáneos, él consideraba la política como un juego de ajedrez. Denuncia interminable de todas las apariencias de virtud, las Máximas anunciaban el fin del ideal del héroe corneliano. Se sucedieron varias ediciones antes y después de la muerte del autor, si bien la edición definitiva con setecientas máximas, no apareció hasta 1817. Mantuvo un círculo de amigos fervientes tanto en los salones como en la corte, fue reconocido como un moralista y escritor de gran valía, claro y conciso, perfecto conocedor de la aristocracia francesa del siglo XVII. Murió de gota; su hijo, el Príncipe de Marcillac, al que cedió, poco antes de su muerte, todos sus títulos y honores, gozó de una posición superior en la Corte.

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