Frases de Gilbert Keith Chesterton

El hombre que tiene fe ha de estar preparado, no sólo a ser mártir, sino a ser un loco.

Mientras las cosas son realmente esperanzadoras, la esperanza es un nuevo halago vulgar: sólo cuando todo es desesperado la esperanza empieza a ser completamente una fuerza.

La imparcialidad es un nombre pomposo para la indiferencia, que es un nombre elegante para la ignorancia.

El ahorro es poético, porque es creador: el derroche no es poético, porque es destructor.

La madurez hace al hombre más espectador que autor de vida social.

El miserable temor de ser sentimental es el más vil de todos los temores modernos; más vil aún que el terror que ha dado origen a la higiene.

Es difícil dar una definición de la lealtad, pero quizás nos acercaremos a ella si la llamamos el sentimiento que nos guía en presencia de una obligación no definida.

La humildad es una virtud tan práctica, que los hombres se figuran que debe ser un vicio.

El pesimista sabe rebelarse contra el mal. Sólo el optimista sabe extrañarse del mal.

Optimista es el que os mira a los ojos, pesimista, el que os mira a los pies.

Optimista es aquel que cree que todo está bien menos el pesimista; y, pesimista, aquel que cree que todo está mal, excepto él mismo.

El optimista cree en los demás y el pesimista sólo cree en sí mismo.

Muchos críticos de hoy han pasado de la premisa de que una obra maestra puede ser impopular, a la premisa de que si no es impopular no puede ser una obra maestra.

Una buena novela nos dice la verdad sobre su protagonista; pero una mala nos dice la verdad sobre su autor.

Los arquitectos lo saben todo sobre el estilo romántico, excepto como construirlo.

Yo he conocido muchos matrimonios felices, pero ni uno solo compatible. Toda la mira del matrimonio es combatir durante el instante en que la incompatibilidad se hace indiscutible y sobrevivirlo.

Solamente el bígamo cree de verdad en el matrimonio.

El divorcio es, en el mejor de los casos, un fracaso, y nos interesa mucho más buscar curar su causa que completar sus defectos.

La única objeción al matrimonio científico que merece una atención definitiva, es sencillamente que una tal cosa sólo podría ser impuesta a inimaginables esclavos y cobardes. Yo no sé si los casamenteros científicos tienen razón o no la tienen cuando dicen que la intervención médica produciría hombres fuertes y sanos. Yo sólo estoy seguro de que, si así fuese, el primer acto de los hombres fuertes y sanos sería aplastar la intervención médica.

Dios crea cada margarita separadamente, pero nunca se cansa de crearlas. Puede ser que Él tenga el apetito eterno de la infancia. Porque nosotros hemos pecado y envejecemos, pero nuestro Padre es más joven que nosotros.

Cuando se deja de creer en Dios, enseguida se cree en cualquier cosa.

La camaradería no es más que la mitad de la vida: la otra mitad es el amor, una cosa tan diferente de aquella, que podría uno imaginarse que fue creada para otro universo.