Frases de Goethe

Si la mañana no nos desvela para nuevas alegrías y, si por la noche no nos queda ninguna esperanza, ¿es que vales la pena vestirse y desnudarse?

La venganza más cruel es el desprecio de toda venganza posible.

Bueno es tener la alegría en casa y no haber menester de buscarla fuera.

El hombre más feliz del mundo es aquel que sepa reconocer los méritos de los demás y pueda alegrarse del bien ajeno como si fuera propio.

El hombre feliz es aquel que siendo rey o campesino, encuentra paz en su hogar.

La fidelidad es el esfuerzo de un alma noble para igualarse a otra más grande que ella.

Los pecados escriben la historia, el bien es silencioso.

Puedo prometer ser sincero, pero no imparcial.

Feliz el que reconoce a tiempo que sus deseos no van de acuerdo con sus facultades.

Ni aún el genio más grande iría muy allá si tuviera que sacarlo todo de su propio interior.

La belleza es indivisible; el que ha llegado a poseerla, antes de compartirla prefiere anonadarla.

El talento se desarrolla en lugares tranquilos, el carácter en el tumultuoso curso de la vida.

Una vida inútil equivale a una muerte prematura.

Los genios son peligrosos para los talentos jóvenes, pues no hacen más que reproducirlos creyendo reproducirse a sí mismo.

No basta saber, se debe también aplicar. No es suficiente querer, se debe también hacer.

Lo que no comprendemos no lo poseemos.

La inteligencia y el sentido común se abren paso con pocos artificios.

Si yo pinto a mi perro exactamente como es, naturalmente tendré dos perros, pero no una obra de arte.

El hombre se cree siempre ser más de lo que es, y se estima menos de lo que vale.

Es la vida la que da a la vida, mientras que vosotros, que os consideráis donantes, no sois más que testigos.

Cierto que en el mundo de los hombres nada hay necesario, excepto el amor.

Un hombre de noble corazón irá muy lejos, guiado por la palabra gentil de una mujer.

Un loco enamorado sería capaz de hacer fuegos artificiales con el sol, la luna y las estrellas, para recuperar a su amada.

Las grandes pasiones son enfermedades incurables. Lo que podría curarlas las haría verdaderamente peligrosas.

El amor es una cosa ideal; el matrimonio, una cosa real; la confusión de lo real con lo ideal jamás queda impune.