Frases de Gregorio Marañón

La verdadera sexualidad no es el simple acercamiento de los sexos, sino el trabajo creador del hombre y la maternidad de la mujer.

Nadie más muere que el olvidado.

Aunque la verdad de los hechos resplandezca, siempre se batirán los hombres en la trinchera sutil de las interpretaciones.

Las oposiciones son el más sangriento espectáculo nacional después de los toros.

Lo peor del pícaro es que las picardías que inventa son jocosas, caen simpáticas y parecen perdonables.

No son los dos sexos superiores o inferiores el uno al otro. Son, simplemente, distintos.

El hombre ha de ser esclavo de la acción si quiere vivir.

La capacidad de entusiasmo es signo de salud espiritual.

La multitud ha sido en todas las épocas de la historia arrastrada por gestos más que por ideas. La muchedumbre no razona jamás.

Cada hombre lleva un fantasma de mujer, no en la imaginación que entonces sería fácil de expulsarle; sino circulando en su sangre, y cada mujer un fantasma más o menos concreto de hombre.

El trabajo sin prisa es el mayor descanso para el organismo.

Si la pena no muere, se la mata.

Los celos son siempre el instrumento certero que destruye la libertad interior y elimina en la compañía toda la felicidad posible.

La felicidad es un sentimiento fundamentalmente negativo: la ausencia de dolor.

La rapidez que es una virtud, engendra un vicio, que es la prisa.

Tienes más cualidades de lo que tú mismo crees; pero para saber si son de oro bueno las monedas, hay que hacerlas rodar, hacerlas circular. Gasta tu tesoro.

La ciencia, a pesar de sus progresos increíbles, no puede ni podrá nunca explicarlo todo. Cada vez ganará nuevas zonas a lo que hoy parece inexplicable. Pero las rayas fronterizas del saber, por muy lejos que se eleven, tendrán siempre delante un infinito mundo de misterio.

La verdadera grandeza de la ciencia acaba valorándose por su utilidad.

Quien no vive de algún modo para los demás, tampoco vive para sí mismo.

Cuando la vida te presente razones para llorar, demuéstrale que tienes mil y una razones para reír.

Hay menos maneras de hacer el amor de lo que se dice, pero más de lo que se cree.

No sabrás todo lo que valgo hasta que no pueda ser junto a ti todo lo que soy.

El enamoramiento es el peor consejero del matrimonio.

Casi siempre que un matrimonio se lleva bien, es porque uno de los esposos manda y el otro obedece.