Frases de Jean-Jacques Rousseau

El acento es el alma del discurso.

Mi mayor desgracia ha sido siempre no ser capaz de resistirme a los halagos.

El hombre padece pocos males, si se esceptuan los que él mismo se atrae por el abuso de sus facultades.

Las injurias son las razones de los que tienen culpa.

Los remordimientos se adormencen en la prosperidad y se agudizan en los malos tiempos.

Siempre es más valioso tener el respeto que la admiración de las personas.

Una de las ventajas de las buenas acciones es la de elevar el alma y disponerla a hacer otras mejores.

La juventud es el momento de estudiar la sabiduría; la vejez, el de practicarla.

Ser adulto es estar solo.

La infancia tiene sus propias maneras de ver, pensar y sentir; nada hay más insensato que pretender sustituirlas por las nuestras.

El gobierno tuvo su origen en el propósito de encontrar una forma de asociación que defienda y proteja la persona y la propiedad de cada cual con la fuerza común de todos.

Las ciudades son el abismo de la especie humana.

No seréis nunca frailes si primero no sois monaguillos.

La naturaleza ha hecho al hombre feliz y bueno, pero la sociedad lo deprava y lo hace miserable.

El dinero que se tiene es instrumento de libertad, el que se busca lo es de servidumbre.

La única costumbre que hay que enseñar a los niños es que no se sometan a ninguna.

Donde quiera que veáis la moderación sin tristeza, la concordia sin esclavitud, la abundancia sin profusión, decid confiadamente; es un ser venturoso el que aquí manda.

La libertad no es fruto que crezca en todos los climas, y por ello no está al alcance de todos los pueblos.

Renunciar a nuestra libertad es renunciar a nuestra calidad de hombres, y con esto a todos los deberes de la humanidad.

La libertad es la obediencia a la ley que uno mismo se ha trazado.

El hombre ha nacido libre y por doquiera se encuentra sujeto con cadenas.

Es verdaderamente libre aquel que desea solamente lo que es capaz de realizar y que hace lo que le agrada.

Pueblos libres, recordad esta máxima: Podemos adquirir la libertad, pero nunca se recupera una vez que se pierde.

El vicio rara vez se insinuó oponiéndose a la honradez; casi siempre toma el disfraz de ésta.

No conozco mayor enemigo del hombre que el que es amigo de todo el mundo.