Frases de Robert Frost

El humor es la cobardía más atractiva.

El hogar es el lugar donde, cuando tienes que ir allí, te tienen que llevar.

El infierno es un auditorio a medio llenar.

La felicidad compensa en altura lo que le falta en longitud.

La mitad del mundo está compuesto por personas que tienen algo que decir y no pueden, y la otra mitad son los que no tienen nada que decir y siguen diciendo cosas.

La libertad está en ser audaz.

Perdona, Señor, mis pequeñas bromas sobre ti, y voy a perdonar tu Gran Broma sobre en mí.

Perdóname mis tonterías, como yo también perdono las tonterías de los que piensan que hablan con sentido.

La educación es la capacidad de escuchar casi cualquier cosa sin perder tu carácter o tu confianza en ti mismo.

La educación no cambia mucho la vida. Sólo pone los problemas de la vida a un plano aún más elevado.

No hay que tirar ninguna valla al suelo hasta que sepas por qué fue puesta.

La universidad es el refugio del juicio apresurado.

Al trabajar fielmente ocho horas al día, a la larga te puedes convertir en el jefe y trabajar doce horas al día.

Pero yo tengo promesas que cumplir, y millas que recorrer antes de dormir, y millas que recorrer antes de dormir.

Ser el jefe en cualquier lugar es solitud. Ser una jefa en un mundo de hombres en su mayoría es muy especial.

Un poeta nunca toma notas. Tú nunca tomas notas en una historia de amor.

Un poema comienza en deleite y termina en sabiduría.

Una madre tarda veinte años en hacer de su niño un hombre, y otra mujer lo hace tonto en veinte minutos.

Un liberal es un hombre de mente tan abierta que pelea con los de su bando.

Un jurado consiste en doce personas elegidas para decidir quién tiene el mejor abogado.

Un diplomático es un hombre que siempre recuerda el cumpleaños de una mujer pero nunca recuerda su edad.

Una sociedad civilizada es una que tolera la excentricidad hasta el punto de dudosa cordura.

Un banco es un lugar donde le prestan un paraguas cuando hace buen tiempo y se lo piden de nuevo cuando empieza a llover.

Un poema empieza como un nudo en la garganta, una sensación de injusticia, una nostalgia, un mal de amores.

El amor es un deseo irresistible de ser deseado irrestiblemente.