Frases de Víctor Hugo

La aceptación de la opresión por parte del oprimido acaba por ser complicidad; la cobardía es un consentimiento; existe solidaridad y participación vergonzosa entre el gobierno que hace el mal y el pueblo que lo deja hacer.

¿Popularidad? Eso es la gloria en centavos.

Ningún ejército puede detener la fuerza de una idea cuando llega a tiempo.

La indigestión es la encargada de predicar la moral al estómago.

La pena de muerte es signo peculiar de la barbarie.

El porvenir está en manos del maestro de escuela.

La instrucción primaria obligatoria es el derecho del niño.

Todo poder es deber.

El trabajo endulza siempre la vida, pero los dulces no le gustan a todo el mundo.

Hay tantas mujeres bellas, pero no hay perfectas.

Salvar la civilización es salvar la vida de un pueblo.

No hay malas hierbas ni hombres malos; sólo hay malos cultivadores.

No hay más que un poder: la conciencia al servicio de la justicia; no hay más que una gloria: el genio, el servicio de la verdad.

A las mujeres les gusta sobre todo salvar a quien las pierde.

El que niega el progreso es un impío; el que niega el progreso niega la providencia, pues providencia y progreso son la misma cosa, y el progreso no es más que uno de los nombres humanos del Dios Eterno.

La libertad es, en la filosofía, la razón; en el arte, la inspiración; en la política, el derecho.

Es extraña la ligereza con que los malvados creen que todo les saldrá bien.

Cuanto más pequeño es el corazón, más odio alberga.

Una fe: he aquí lo más necesario al hombre. Desgraciado el que no cree en nada.

La suprema felicidad de la vida es saber que eres amado por ti mismo o, más exactamente, a pesar de ti mismo.

¿Qué es un envidioso? Un ingrato que detesta la luz que le alumbra y le calienta.

El deber tiene una gran similitud con la felicidad de los demás.

La melancolía es la felicidad de estar triste.

Lo bello vale tanto como lo útil.

Los animales son de Dios. La bestialidad es humana.