De repente, el suelo parecía dar paso debajo de mí,
y me encontré en otra muy distinta región.
A los cinco minutos que pasé
algunas reflexiones tales como las siguientes:
la soledad del alma humana es insoportable;
nada puede penetrar en él, excepto la más alta intensidad
de la clase de amor que los maestros religiosos han predicado;
todo lo que no surgir de este móvil es perjudicial,
o en el mejor de inútiles;
se deduce que la guerra está mal,
que la educación pública es abominable,
que el uso de la fuerza debe ser desaprobado,
y que en las relaciones humanas se debe penetrar
al núcleo de la soledad de cada persona y hablar de eso.
Poemas cortos | Bertrand Russell