No se nos ordena (o prohíbe) a amar a nuestros compañeros, nuestros hijos, nuestros amigos, nuestro país debido a que tales afectos vienen naturalmente a nosotros y son buenos en sí mismos, aunque podemos corromperlos. Se nos manda a amar a nuestro prójimo, porque nuestra actitud natural hacia el otro es uno de indiferencia o la hostilidad.
Frase de Amor | W. H. Auden