El libertario es un individualista; cree que uno de los principales errores de la teoría social es considerar a la "sociedad" como si realmente fuera una entidad con existencia. A veces se trata a la "sociedad" como una figura superior o cuasi-divina, con "derechos" propios superiores; otras, como a un mal existente al que se puede culpar por todos los males del mundo. El individualista sostiene que sólo los individuos existen, piensan, sienten, eligen y actúan, y que la "sociedad" no es una entidad viviente, al considerarla como una entidad que elige y actúa, sólo se logra oscurecer las verdaderas fuerzas en acción. Si en una pequeña comunidad diez personas se juntan para robar y expropiar a otras tres, esto es clara y evidentemente el caso de un grupo de individuos que actúan en conjunto contra otro grupo. En esta situación, si las diez personas se refiriesen a sí mismas como "la sociedad" y alegaran que están actuando en "su" interés, ese razonamiento provocaría hilaridad en un tribunal; incluso es probable que los diez ladrones se sientan demasiado avergonzados como para utilizar este tipo de argumento. Pero dejemos que aumente el número, y veremos cómo esta clase de locura se hace normal y logra engañar al público.
Estoy bastante seguro de que esto es así: todas las personas verdaderamente reflexivas e inteligentes son anarquistas. De lo contrario, creen en algo que es ridículo en el mejor de los casos e inconmensurablemente cruel en el peor.
Hay varias escuelas económicas entre los anarquistas: están los anarquistas individualistas, los mutualistas, los comunistas y los socialistas. En otros tiempos estas escuelas se han peleado agriamente entre sí y han rechazado mutuamente reconocerse como anarquistas. Una idea mucho más razonable es que pueden experimentarse todas estas concepciones económicas y que no hay nada no anarquista en ninguna de ellas si no aparece un elemento de compulsión que obligue a personas que no quieran permanecer voluntariamente a una comunidad con cuyos planteamientos económicos no estén de acuerdo.
¿Los impuestos no son sino dinero para protección? ¿Es el estado una especie de mafia? ¿La democracia un fraude? El filósofo Hans-Hermann Hoppe no solo es considerado uno de los intelectuales pioneros más importantes del movimiento libertario, sino asimismo tal vez sea el crítico más agudo del sistema político occidental.
Así como la fuerza de un individuo no puede legítimamente atentar contra la persona, la libertad o la propiedad de otro individuo, por la misma razón la fuerza común no puede aplicarse legítimamente para destruir la persona, la libertad o la propiedad de individuos o de clases.
En cierto sentido, se puede decir que Mises era prácticamente un anarquista. Si se contuvo y no extendió su lógica hasta el final -es decir, si en realidad no establece explícitamente el derecho a la secesión individual- fue porque simplemente estaba considerando este asunto como puramente técnico.
El Estado es el resultado de fuerza violenta y de sometimiento. Surgió, creció y se expandió sin ningún tipo de contrato fundacional, al igual que una banda mafiosa que practica la extorsión a cambio de “protección”.
El derecho de propiedad sobre el propio cuerpo es una justificación a priori, cualquiera que trate de justificar cualquier norma tiene que presuponer el derecho exclusivo a controlar su cuerpo como una norma válida solamente al decir 'propongo esto y eso'.
Durante siglos el Estado ha cometido ASESINATOS en masa y los ha llamado "guerra"; ennobleciendo la masacre en masa que la "guerra" implica. Durante siglos el Estado ha ESCLAVIZADO a la gente en sus batallones armados y lo ha llamado "servicio militar" al "servicio nacional". Durante siglos el Estado ha ROBADO a la gente a punta de bayoneta y lo ha llamado "impuestos".
Puesto que el anarquismo no es únicamente una filosofía, un sistema, un método, una actitud, sino que es además ante todo una vida y una actividad, el anarquista se encuentra inmediatamente en contradicción violenta e inevitable con el medio social.
No debemos olvidar, que el anarquismo no es para los ineptos del esfuerzo. No se nace anarquista, si no que se hace tal por razonamiento, por observación, por análisis y por sensibilidad, siempre es necesario el esfuerzo.
El anarquismo hará de la ocupación y el uso el único título sobre la tierra, aboliendo, de este modo, la renta sobre la tierra.
Los anarquistas son, simplemente, demócratas jeffersonianos hasta las últimas consecuencias y sin miedo de éstas. Ellos creen que 'el mejor gobierno es el que menos gobierna', y el que gobierna menos es el que no gobierna en absoluto.
El anarquismo es una palabra sin sentido, si no incluye la libertad de la persona para controlar su producto o lo que sea que su producto le ha brindado a través del intercambio en un mercado libre, es decir, la propiedad privada. Quien niega la propiedad privada es necesariamente un arquista.
Excepto el loco, todo el hombre es capaz de razón y de voluntad. Pero muchos no escuchan más que sus pasiones y no tienen más que caprichos. Entre ellos se encuentran los que tienen la pretensión de mandar.
El individuo nace y muere. Despues de la muerte no sabemos que hay pero de algo debemos tener la certeza: de que en esta vida no importa tu procedencia o tu salida, lo que importa es la forma en que viviste tu vida sin violar el principio de no-agresion.
Etiquetas políticas como monárquico, comunista, demócrata, populista, fascista, socialdemócrata, conservador, etc., no son los criterios básicos. La raza humana se divide políticamente entre aquellos que quieren controlar a las otras personas y aquellos que no quieren controlar ni ser controlados.
La medida del éxito del Estado es haber conseguido que la palabra anarquía asuste a la gente, mientras que la palabra Estado no.
Por estas tierras circulan impunes muchos matones que pegan con cadenas, atacan en grupo y matan con pistolas por la espalda y se comportan en familia como santos varones, unos a la derecha y otros a la izquierda, en defensa de sus dogmas, de sus privilegios o de sus ideales.
En democracia no eres más que un mediocre engranaje del colectivo. En Anarquía tu individualidad te vuelve Dios.
Yo creo en el individuo, descreo del Estado. Quizás yo no sea más que un pacífico y silencioso anarquista que sueña con la desaparición de los gobiernos. La idea de un máximo de individuo y de un mínimo de Estado es lo que desearía hoy.
Sólo porque existe la escasez existe un problema para formular leyes morales; mientras los bienes sean sobreabundantes (bienes “libres”) no resulta posible que haya conflicto sobre su uso y no se necesitan acciones de coordinación. Por tanto, se deduce que cualquier ética correctamente concebida debe formularse como una teoría de la propiedad, es decir, una teoría sobre la asignación de derechos de control exclusivo sobre bienes escasos. Porque sólo entonces resulta posible evitar conflictos de otra forma inevitables e irresolubles.
Desafortunadamente no es muy bien comprendido que de la misma manera que el estado no tiene dinero propio, tampoco posee poder propio. Todo el poder que tiene es el que le ha dado la sociedad, más lo que de vez en cuando confisca bajo uno u otro pretexto. No existe otra fuente de la que el estado pueda extraer poder. Por lo tanto, cada apropiación de poder estatal, ya sea voluntaria o confiscatoria, deja a la sociedad con tanto menos poder. Nunca hay ni podrá haber ningún fortalecimiento del poder del estado, sin una correspondiente y prácticamente equivalente disminución del poder social.
Los anarquistas son realistas duros. En cambio aquellos que tienen esa fijación con algún tipo de gobierno ideal, que en realidad no es más que una banda criminal con bandera, son los verdaderos soñadores idealistas sin una firme comprensión de la realidad.
El gran 'non sequitur' cometido por los defensores del Estado, es saltar de la necesidad de la sociedad a la necesidad del Estado.
Invitamos a cualquiera que verdaderamente crea en la naturaleza “voluntaria” del impuesto a negarse a pagarlo, y entonces verá lo que le sucede.
Por tradición y lógica, el Estado para lograr sus fines tiene que recolectar tributos. Esto requiere robar, a punta de pistola dinero (propiedad privada) a todos sus súbditos, incluso a aquellos que no desean sus proyectos. Esto es robo a mano armada. No hay otro término que lo pueda definir. El Estado prosigue en su labor, primero porque tiene más armas que los saqueados, y segundo porque la población ha llegado a creer, tras tantos años de adoctrinamiento público, que semejante latrocinio es necesario para la conservación y progreso de la civilización.
Puedo predecir que, si aparecieran instituciones anarcocapitalistas en este país el día de mañana, la heroína sería legal en Nueva York e ilegal en la mayoría de otros lugares.
Una sociedad objetiva ideal con un gobierno limitado es superior a una sociedad anarcocapitalista en precisamente el mismo modo en el que una sociedad socialista ideal es superior a una sociedad capitalista. El socialismo funciona mejor con gente perfecta que el capitalismo con gente imperfecta; el gobierno limitado funciona mejor con gente perfecta que el anarcocapitalismo con gente imperfecta. Y es mejor ponerse bikini cuando el sol brilla que impermeable cuando está lloviendo. Pero ese no es un argumento válido en contra de utilizar un paraguas.
El uso directo de la fuerza física es una solución tan pobre al problema de los recursos limitados que normalmente sólo es empleado por niños pequeños y por las grandes naciones. La solución usual es que el uso de cada cosa debe ser decidido por una persona o por algún grupo de personas organizado bajo algún conjunto de reglas. Se llama a tales cosas la propiedad. Si cada cosa es controlada por un individuo que tiene el poder para transferir ese mando a cualquier otro individuo, nosotros lo llamamos la institución de la propiedad privada.
Nuestra conclusión es que un mercado libre como el alabado por los utilitaristas, basado en el reconocimiento de todos los títulos de propiedad actualmente existentes, es nulo y éticamente nihilista.
El axioma básico de la teoría política libertaria postula que cada hombre es dueño de sí mismo, en posesión de soberanía absoluta sobre su propio cuerpo. En efecto, esto significa que nadie puede invadir o agredir justamente el cuerpo de otra persona. Se sigue entonces que cada persona posee justamente cualquier recurso, previamente sin dueño, de la que esta se apropie o que “mezcle con su trabajo”. A partir de estos axiomas gemelos –Propiedad sobre sí mismo y la apropiación originaria– se construye la justificación para el sistema entero de títulos de propiedad en una sociedad de libre mercado. Este sistema establece el derecho de cada persona a su propia persona, el derecho a donar, dar en herencia (y consecuentemente el derecho a heredar) y el derecho al intercambio contractual de títulos de propiedad.
En otras palabras, creemos que el capitalismo es la máxima expresión del anarquismo y el anarquismo es la máxima expresión del capitalismo. No sólo son compatibles, sino que no se puede tener uno sin el otro. El verdadero anarquismo será el capitalismo, el verdadero capitalismo será el anarquismo.
El credo libertario descansa sobre un axioma central: de que ningún hombre o grupo de hombres puede tener el derecho de agredir a la persona o a la propiedad de cualquier otro. Esto puede ser llamado el axioma de la no agresión. Agresión es definida como la iniciación del uso, o la amenaza, de violencia física contra la persona o propiedad de cualquier otro. Agresión es consecuentemente sinónimo de invasión.
El anarquismo es una doctrina que propugna la desaparición del Estado y de todo poder. También es una filosofía política y social que llama a la oposición y abolición del Estado entendido como gobierno y, por extensión, de toda autoridad, jerarquía o control social que se imponga al individuo, por considerarlas indeseables, innecesarias y nocivas. Sébastien Faure, filósofo anarquista francés, dijo: «Cualquiera que niegue la autoridad y luche contra ella es un anarquista».