Enfermedad, la locura y la muerte fueron los ángeles que asistieron a mi cuna, y desde entonces me han seguido a lo largo de mi vida.
Después de haber renunciado a seguir, los pensamientos de la jornada asistieron a menudo con tristeza inusual, las fechas en que mi corazón se había con frecuencia al Señor con respiraciones hacia adentro por su apoyo celestial, para que yo no podría dejar de seguirle dondequiera que él podría guíame.