Mira, vamos a empezar con un poco de amor duro. Vosotros dos no sabéis nada de la venta de metanfetamina. Punto. -Saúl Goodman
Yo ingiero drogas. Un escritor, un intelectual, si me permite la palabra, debe demostrar que hay coherencia entre lo que dice y lo que hace. Quede claro que me refiero únicamente a las drogas enteogénicas, mal llamada alucinógenas. Ese tipo de drogas son inofensivas y conducen al éxtasis y a la recta comprensión de la trama del universo.
En toda mi vida el único episodio grave que he tenido de manejo de todo este tipo de sustancia fue precisamente por las benzodiazepinas.
Las drogas no tienen nada que ver con la creación de música. De hecho, ellas son estúpidas y auto-indulgentes. ¡Algo así como se chupan el dedo!
Las drogas son una pérdida de tiempo. Destruyen tu memoria y tu dignidad y todo lo que va junto con con tu autoestima. Las drogas no son buenas para nada.
¿Quieres tener dos chicos besándose delante de tu hijo de 4 años de edad? No pasa nada con ellos. ¿Un hombre fumando un porro, soplando el humo en la cara de tu niño pequeño? Todo bien con ellos. Y no estoy exagerando. Esto es exactamente lo que el movimiento secular representa.
La peor enfermedad que puede afectar a los ejecutivos en su trabajo no es, como popularmente se supone, el alcoholismo, sino el egoísmo.
En farmacología, una droga es toda materia prima de origen biológico que directa o indirectamente sirve para la elaboración de medicamentos, y se llama principio activo a la sustancia responsable de la actividad farmacológica de la droga.