La personalidad es el brillo que envía tu pequeño destello a través de las candilejas y el foso de la orquesta en ese espacio negro grande donde está el público.
Es una manía compartida por los filósofos de todas las edades el negar lo que existe y explicar lo que no existe.
La filosofía griega parece haberse encontrado con algo con lo que una buena tragedia no se supone que se encuentra, es decir, con un final aburrido.
No hay necesidad de templos, ni necesidad de filosofías complicadas. Mi cerebro y mi corazón son mis templos, mi filosofía es la bondad.
Yo vivía en una habitación llena de espejos; todo lo que veía era a mí mismo. Tomé mi espíritu y rompí los espejos, ahora todo el mundo está aquí para que yo los vea.
Quiero alejarme de la sabiduría que no llora, de la filosofía que no ríe y de la grandeza que no se inclina ante los niños.
La metafísica es un océano oscuro, sin orillas, sin faro, sembrado con más de un náufrago filosófico.
La experiencia sin teoría es ciega, pero la teoría sin experiencia es un juego meramente intelectual.
Todos los intereses de mi razón, especulativos y prácticos, se combinan en las tres siguientes preguntas: 1. ¿Qué puedo saber? 2. ¿Qué debo hacer? 3. ¿Qué puedo esperar?
Mi pensamiento es mío: por eso no puedo dejar de pensar. Yo existo porque pienso que no puedo dejar de pensar.
No basta saber cómo atacar a los demás con el fuego, es necesario saber cómo impedir que los demás te ataquen a ti.
La filosofía es el estudio de una variedad de problemas fundamentales acerca de cuestiones como la existencia, el conocimiento, la verdad, la moral, la belleza, la mente y el lenguaje.