La tendencia a la agresión es una innata, independiente, instintiva disposición en el hombre... constituye un poderoso obstáculo a la cultura.
Los hombres son fuertes en tanto en cuanto representan una fuerte idea. Y pierden ese poder cuando se oponen a ella.
La civilización comenzó por primera vez cuando una persona enfadada lanzó una palabra en lugar de una piedra.
Una civilización que deja un número muy grande de sus participantes insatisfechos y los conduce a la revuelta no tiene ni merece la perspectiva de una existencia duradera.
Cualquier hombre que aflige a la raza humana con las ideas deben estar preparados para verlos mal entendido.
Al mundo no le importará tu autoestima. El mundo esperará que logres algo, independientemente de que te sientas bien o no contigo mismo.
Atacar a un hombre, no por sus faltas, sino por sus virtudes. Porque el que consigas triunfar tú mismo, en cualquier aspecto de actividad racional, es una gran virtud, y la gente te atacará por ello. Querrán que te sientas culpable por ello. Esa es la peor maldad, de acuerdo con mi filosofía. Es lo que yo llamo “El odio de lo bueno por ser lo bueno”. Eso es atacar a las personas por sus virtudes. Por sus logros. Por cualquier cosa que tengan que sea un VALOR, realmente. No por sus fallos, y no por su maldad. De hecho, la gente que predica eso son los que están a favor de los malvados.
El papel de los intelectuales progresistas es servir como tejedores de complejas apologías para informar a las masas de que las cabezas del estado corporativista estadounidense gobierna por el “bien común” y el “bienestar general”, como el sacerdote del despotismo oriental que convencía a las masas de que su emperador era omnisciente y divino.
Una utopía que sólo es factible en una sociedad de santos es una visión peligrosa, porque nunca hay suficientes santos.
La minoría más pequeña en la tierra es el individuo. Aquellos que niegan los derechos individuales no pueden pretender ser los defensores de las minorías.
La única recompensa del hombre, sin embargo, es que mientras los animales sobreviven adaptándose a sus antecedentes, el hombre sobrevive adaptando sus antecedentes a él mismo.
Así como el hombre no puede existir sin su cuerpo, entonces ningún derecho puede existir sin el derecho de traducir los derechos de uno en la realidad, pensar, trabajar y mantener los resultados, lo que significa: el derecho de propiedad.
Desde la más pequeña necesidad a la más alta abstracción religiosa, desde una rueda hasta un rascacielos, todo lo que somos y todo lo que tenemos viene de un atributo del hombre -la función de su mente racional.
Cada uno construye su mundo a su imagen y semejanza. Tiene el poder de elegir, pero no tiene poder para escapar a la necesidad de la elección.
Cada aspecto de la cultura occidental necesita un nuevo código ético -una ética racional- como condición previa para el renacimiento.
La civilización es el progreso hacia una sociedad de privacidad. Toda la existencia del salvaje es pública, regido por las leyes de su tribu. La civilización es el proceso de liberar al hombre de los hombres.
El ser humano constituye desde el punto de vista biológico una especie animal bajo la denominación científica de Homo sapiens (del latín «homo», «hombre», y «sapiens», «sabio») y pertenece a la familia Hominidae.