El que niega el progreso es un impío; el que niega el progreso niega la providencia, pues providencia y progreso son la misma cosa, y el progreso no es más que uno de los nombres humanos del Dios Eterno.
¿Por qué a los seres humanos contemporáneos les fascina comprar y consumir, y sin embargo sienten muy poco apego por lo que compran?
Los humanos no saben lo que poseen en la Tierra. Será porque la mayoría no ha tenido ocasión de abandonarla y regresar después a ella.