Hay un tipo de ladrón a quien la ley no ataca, y es el que roba lo más preciado a los hombres: el tiempo.
Uno de los grandes espejismos en el mundo es la esperanza en que los malvados de este mundo vayan a dejar de serlo por las leyes.
La pena para reír en una sala del tribunal es de seis meses en la cárcel si no fuera por esta pena, el jurado nunca escuchará la evidencia.
Si uno apela a la justicia excepto para el gobierno, la justicia será pervertida a favor del gobierno, a pesar de las constituciones y las cortes supremas. Las constituciones y las cortes supremas son constituciones estatales y agencias, y las limitaciones cualesquiera a la acción del gobierno que puedan contener o encontrar son invariablemente decididas por los agentes de la propia institución bajo consideración. Predeciblemente, la definición de la propiedad y la protección será continuamente alterada y el rango de la jurisdicción expandido para la ventaja del propio gobierno, hasta que, en último lugar, la noción de derechos humanos universales e inmutables -y en particular de los derechos de propiedad- desaparezcan y sean reemplazados por el derecho gubernamental -su legislación y sus derechos como dados y otorgados por él.
Cuando la ley se convierte en injusta, no se aplicará, ni tan siquiera el juez tiene el derecho de imponerla, porque ante la necesidad de mantener la justicia, deben ceder todas las leyes y humanas convenciones, y es lícito apartarse de lo dispuesto, es decir, porque primero es otorgar justicia a los ciudadanos que imponerles implacablemente una ley.
Sólo un salvaje o un altruista alegaría que apreciar las virtudes de otra persona es un acto de generosidad, y que en lo que concierne a su propio interés y placer egoístas, no hay ninguna diferencia si uno trata con un genio o con un estúpido, si se encuentra con un héroe o con un bandido, si se casa con la mujer ideal o con una prostituta.
Si el individuo soberano posee el derecho absoluto a disponer de su persona y de su propiedad como mejor le parezca, entonces naturalmente él también posee el derecho a defenderlas. El individuo posee el derecho a la libre defensa.
La producción de la seguridad debe, por el interés de los consumidores de este bien inmaterial, permanecer sometida a la ley de la libre competencia.
¿Cómo es posible que un ser humano haya alguna vez podido concebir que un objeto tan evidentemente superfluo, falso, absurdo y abominable como la legislación debiera ser o pudiera ser de algún provecho para el género humano, o tener un lugar que ocupar en los asuntos humanos?
Los individuos tienen derechos, y hay cosas que ninguna persona o grupo puede hacerles sin violar esos derechos.
La unión, el ser incorpóreo, compuesto de personas reales, no es nada sino una ficción. No tiene ninguna realidad. Es una ficción adoptada simplemente para conseguir librarse de las consecuencias de algunos actos. Un acto de legislación no puede transformar a veinte personas reales en un ser incorpóreo.
La constitución no sólo no vincula a nadie ahora, sino que nunca vinculó a nadie. Todos aquellos que dicen actuar por su autoridad, están realmente actuando sin ninguna autoridad legítima en absoluto; en principios generales de Derecho y de razón, son meros usurpadores, y que todos tienen no sólo el derecho, sino que están moralmente obligados, a tratarlos como tales.
Cualquier persona que tenga el poder de hacerte creer absurdos tiene el poder para hacerte cometer injusticias.
No puede haber tal cosa, en la ley o en la moral, que prohiba las acciones a un individuo, pero se las permita a una multitud.
La ley es una norma jurídica dictada por el legislador, es decir, un precepto establecido por la autoridad competente, en que se manda o prohíbe algo en consonancia con la justicia. Su incumplimiento trae aparejada una sanción.