El hombre que no percibe el drama de su propio fin no está en la normalidad sino en la patología, y tendría que tenderse en la camilla y dejarse curar.
La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos.
La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente.
La muerte llama, uno a uno, a todos los hombres y a las mujeres todas, sin olvidarse de uno solo -¡Dios, qué fatal memoria!-, y los que por ahora vamos librando, saltando de bache en bache como mariposas o gacelas, jamás llegamos a creer que fuera con nosotros, algún día, su cruel designio.
Así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, así una vida bien usada causa una dulce muerte.
Recordar que uno va a morir es la mejor manera que conozco para evitar la trampa de pensar que hay algo que perder. Ya se está indefenso. No hay razón alguna para no seguir los consejos del corazón.
Sigo preguntándome si hay vida después de la muerte. Y si la hay, ¿Le cambiarán a uno un billete de veinte pavos?.
En otro tiempo, intenté convencerme de que no hay vida después de la muerte, pero me he descubierto incapaz de hacerlo.
No basta con pensar en la muerte, sino que se debe tenerla siempre delante. Entonces la vida se hace más solemne, más importante, más fecunda y alegre.
Cuando la muerte se precipita sobre el hombre, la parte mortal se extingue; pero el principio inmortal se retira y se aleja sano y salvo.
Conviene vivir considerando que se ha de morir; la muerte siempre es buena; parece mala a veces porque es malo a veces el que muere.
Incluso cuando estás haciendo una película acerca de la vida, la muerte es una presencia, y supongo que es parte de mi punto de vista dramático. No estoy seguro de por qué exactamente.
La emigración ya no es una solución, es una derrota. La gente está arriesgando la muerte, ahogando todos los días, pero que están llamando a las puertas que no se abren.
Es algo que quiero superar. Y mis hijos están muertos de miedo a volar. Quiero que me son testigos de superarlo.
Haber sido arrancado del estudio habría sido como la muerte, mi tiempo fue ocupado por completo con el arte.
La necesidad de entender la información de la receta, literalmente, puede ser una cuestión de vida o muerte.
No hay tal cosa como un lenguaje feo. Hoy he oído todas las lenguas como si fuera el único, y cuando me entero de que se está muriendo, que me agobia, como si se tratara de la muerte de la tierra.
A veces pruebo a mí mismo diciendo: 'Si me da una pena de muerte si no hago esta película, tendría que seguir haciendo esta película? '
En última instancia la vida es la enfermedad, la muerte y el olvido. Es aún mejor que la escuela secundaria.
La muerte es un proceso terminal que consiste en la extinción del proceso homeostático de un ser vivo y, por ende, concluye con el fin de la vida. El proceso de fallecimiento -aunque está totalmente definido en algunas de sus fases desde un punto de vista neurofisiológico, bioquímico y médico-, aún no es del todo comprendido en su conjunto desde el punto de vista termodinámico y neurológico y existen discrepancias científicas al respecto.