Nuestro carácter nos hace meternos en problemas, pero es nuestro orgullo el que nos mantiene en ellos.
Si la mañana no nos desvela para nuevas alegrías y, si por la noche no nos queda ninguna esperanza, ¿es que vales la pena vestirse y desnudarse?
Con el poder mantenemos una relación ambigua: sabemos que si no existiera autoridad nos comeríamos unos a otros, pero nos gusta pensar que, si no existieran los gobiernos, los hombres se abrazarían.
No importa que las mujeres nos fastidien; lo que no soportamos es que nos fastidie siempre la misma.
Nos damos bien a la pena y nos imponemos privaciones para curar el cuerpo; se puede, pienso, hacer lo mismo para curar el alma.
Las vidas de los ricos son en el fondo tan aburridas y monótonas, sencillamente porque ellos pueden escoger lo que ha de sucederles. Están aburridos porque son omnipotentes... La cosa que mantiene la vida romántica y llena de ardientes posibilidades es la existencia de esas grandes limitaciones vulgares que nos obligan a todos a enfrentarnos a las cosas que no nos gustan o que no esperamos.
Dios, que muestras nuestras lágrimas a nuestro conocimiento, y que, en su inmutable serenidad, nos parece que no nos tiene en cuenta, ha puesto él mismo en nosotros esta facultad de sufrir para enseñarnos a no querer hacer sufrir a otros.
Antes hay que desconfiar del que busca razones por las que nos beneficia, que del que nos beneficia sin buscar razones.
Resulta una gran verdad que el destino es una ley cuyo significado se nos escapa, porque nos faltan una inmensidad de datos.
Si nos volvemos hacia una realidad más grande, es una mujer quien nos tendrá que enseñar el camino. La hegemonía del macho ha llegado a su fin. Ha perdido contacto con la tierra.
La nada es un infinito que nos envuelve: venimos de allá y allá nos volveremos. La nada es un absurdo y una certeza; no se puede concebir, y, sin embargo, es.
En todo lo que nos rodea y en todo lo que nos mueve debemos advertir que interviene en algo la casualidad.
No hemos de gozar con mayor deleite las cosas que nos han costado caras, ni con menos las que no nos han costado nada.
Creo en el Dios de Spinoza, que nos revela una armonía de todos los seres vivos. No creo en un Dios que se ocupe del destino y las acciones de los seres humanos.
El amor propio, al igual que el mecanismo de reproducción del genero humano, es necesario, nos causa placer y debemos ocultarlo.
Al final, no nos acordaremos tanto de las palabras de nuestros enemigos, sino de los silencios de nuestros amigos.
Para que pueda trabarse una verdadera amistad, es preciso prescindir de la superioridad que puedan otorgar la edad, los honores, las riquezas o el poder. El único motivo que nos debe incitar a la amistad es la búsqueda de las virtudes y el mutuo perfeccionamiento.
Si hay algo seguro en esta vida, si la historia nos ha enseñado algo, es que se puede matar a cualquiera.
El indispensable, para que los demás nos soporten a gusto, participar hasta cierto punto en su pasiones.
Descubrí que los gustos de la mujer con la que conviví durante dos años eran exactamente como los míos: a los dos nos encantaban las chicas.
¿Por qué no metemos a todos los corruptos en un mismo sitio? Propongo Valencia, así nos ahorramos en traslados.
La chica de delante ha acelerado, yo también. Ha empezado a correr, yo también. Ha empezado a gritar, yo también. No sé qué nos persigue.
Todos tenemos un amigo pesado en Tuenti que nos habla todo el rato por el chat. Si no lo tienes, es que eres tú.
Siempre nos habían dicho "no, es que todos sois iguales", el entrenador, "para mi todos sois iguales", y es la mentira mayor que existe en el deporte. No todos son iguales, ni todos tienen que ser tratados igual.
En toda historia de amor siempre hay algo que nos acerca a la eternidad y a la esencia de la vida, porque las historias de amor encierran en sí todos los secretos del mundo.
No nos engañemos el poder no tolera más que las informaciones que le son útiles. Niega el derecho de información a los periódicos que revelan las miserias y las rebeliones.