Durante mucho tiempo he conseguido pensar en dos cosas a la vez, que yo soy realmente un buen dramaturgo, y que la próxima vez que escriba una obra de teatro que se dará a conocer como alguien que no es bueno en absoluto.
La gente espera que yo sea oscuro y sombrío, a continuación, escribe que soy un chico alegre, y después de todo, eso es lo que soy. Creo que es un caso de una ingenuidad romántica absoluta que debe haber un paralelismo entre la obra y el artista.
Cary Grant y yo estábamos haciendo una obra de teatro en Nueva York. Él estaba enamorado de mí. Cada vez que nos fuimos a una fiesta, siempre se sentaba en el suelo a mi lado. Pensé que era una especie de hermoso, como ahí es donde quería estar.
En el mundo de la realidad, la más bella obra de arte, más tiempo, podemos estar seguros, es el tiempo necesario para hacerlo, y cuanto mayor es el número de diferentes espíritus que ayudaron en su desarrollo.
No estoy muerto y no tengo el pelo azul, pero algunas personas dicen que hay similitudes. Por lo general, es intolerable ver a mí mismo en la pantalla, pero esta vez está bien. Creo que es hermoso y una verdadera obra de arte.
La naturaleza es una obra de arte, pero Dios es el único artista que existe, y el hombre no es más que un obrero de mal gusto.
Si yo pinto a mi perro exactamente como es, naturalmente tendré dos perros, pero no una obra de arte.
Pienso que una obra de arte debería dejar perplejo al espectador, hacerle meditar sobre el sentido de la vida.
Quien escribe gusta del halago, pero el 'escritor' en cambio, ha de aprender a gozar con el arrecio, con el golpe de martillo sobre el yunque de su obra. Sólo así podrá forjar aiestos.
Todos los artistas tienen en común la experiencia de la distancia insondable que existe entre la obra de sus manos, por lograda que sea, y la perfección fulgurante de la belleza percibida en el fervor del momento creativo: lo que logran expresar en lo que pintan, esculpen o crean es sólo un tenue reflejo del esplendor que durante unos instantes ha brillado ante los ojos de su espíritu.
Mejor se puede disculpar el que se muere de miedo, que el que de miedo se mata: porque allí obra sin culpa la naturaleza; y en éste, con delito y culpa, el discurso apocado y vil.
Si los hombres emplean su libertad de tal manera que renuncian a ésta, ¿puede considerárseles por ello menos esclavos? Si el pueblo elige por un plebiscito a un déspota para gobernarlo, ¿sigue siendo libre por el hecho de que el despotismo ha sido su propia obra?
Quizá la obra educativa que más urge en el mundo sea la de convencer a los pueblos de que su mayores enemigos son los hombres que les prometen imposibles.
Cuando la política promete ser redención, promete demasiado. Cuando pretende hacer la obra de Dios, pasa a ser, no divina, sino demoníaca.
La guerra es la obra de arte de los militares, la coronación de su formación, el broche dorado de su profesión. No han sido creados para brillar en la paz.
Algunas de las hazañas más grandes de la humanidad han sido obra de personas que no eran lo bastante listas para comprender que eran imposibles.
El que quiere ser tirano y no mata a Bruto y el que quiere establecer un Estado libre y no mata a los hijos de Bruto, sólo por breve tiempo conservará su obra.
Obra de modo que merezcas a tu propio juicio y a juicio de los demás la eternidad, que te hagas insustituible, que no merezcas morir.